¿NOS ENCONTRAMOS REALMENTE EN LA TRANSICIÓN HACIA UN CAPITALISMO MÁS SOCIAL?

No cabe duda de que las preocupaciones y necesidades de la sociedad están cambiando, y más aún tras 2020, considerado como el año 0 de una nueva sociedad. Nuestro entorno se singulariza por la implantación de nuevas tecnologías y desafíos que éstas suponen, a la vez que por las necesidades medioambientales además de una fuerte dimensión social liderada por la incertidumbre. Es más, el cambio climático ya es la principal preocupación medioambiental de la sociedad española, según una encuesta elaborada por el Instituto Ipsos y Greenpeace. Igualmente, el 35,1% y 28,4% de los encuestados consideran responsables de actuación a la comunidad internacional y al Gobierno central, respectivamente. En cuanto, al organismo que otorgan mayor confianza para aminorar el cambio climático las empresas sólo adquieren el 9,4% (CENEAM, 2017). Por ello, ¿se debe renovar el capitalismo actual o ya está evolucionando?

En este sentido, el capitalismo ya está cambiando ante la necesidad, nos encontramos en la transición hacia un capitalismo más social/humanista que entienda que hay empresas, consumidores, empleados…y todos son relevantes. Las empresas juegan un rol fundamental en esta transición por lo que ya están más comprometidas con los ODS. Las grandes corporaciones deben ser y hacer antes que parecer, evitando falsas promesas y greenwashing. En otras palabras, necesitan concienciarse verdaderamente por convicción y no por imagen, poniendo a las personas en el centro de las estrategias. La sociedad demanda empresas que vinculen el progreso económico empresarial con el desarrollo de la sociedad y el cuidado del medioambiente. A causa de ello, deben desplegar estrategias donde se fomente el concepto de valor compartido. Aquellas organizaciones que consideren los temas sociales como un factor marginal y no como parte esencial de su negocio se quedarán atrás. No cabe duda de que se está avanzando hacia un modelo “más por menos”, donde prima la cultura sostenible. Así, por ejemplo, Jeff Bezos, fundador de Amazon, quiere gastar 10.000 billones de euros en la lucha contra el cambio climático. Destinará esa cantidad a financiar organizaciones científicas y sin ánimo de lucro que cooperen con el cuidado del medioambiente. No obstante, el activismo medioambiental de la empresa está siendo cuestionado desde el interior de la misma. Muchos de sus trabajadores han criticado su política climática, destacando una gran hipocresía y reprochando que la compañía apoye la industria del petróleo y del gas natural a extraer combustibles fósiles (elEconomista, 2021).

Dicho lo anterior, de acuerdo un informe realizado por la OCU y NESI, el 73% de los españoles ya realizan decisiones de consumo teniendo en cuenta la ética y sostenibilidad. Sin embargo, se enfrentan con obstáculos de falta de información, precio y accesibilidad. Luego, un 62% de los españoles creen que su consumo es un mecanismo fuerte para cambiar el mundo. Como resultado ha aparecido el concepto d consumocracia, donde el consumidor se plantea que tiene dilemas y utiliza el consumo como herramienta de transformación social y medioambiental (OCU, 2019).

Por otro lado, no se debe olvidar el punto de vista de los inversores. De acuerdo por una encuesta elaborada por Kantar, una gran parte de los inversores europeos son conscientes del valor que está adquiriendo la inversión sostenible. Además, un 70% de los inversores particulares están relacionados con eventos sobre el cambio climático como el COP24. No obstante, tal y como afirma Sol Hurtado de Mendoza, aún queda mucho por avanzar para instauran la cultura de la sostenibilidad en el pensamiento de todos los inversores ante la necesidad de construir un mundo más sostenible (Diarioresponsable, 2018). Por tanto, ¿hasta qué punto están dispuestos los inversores a perder en rentabilidad en beneficio de la sostenibilidad?

En definitiva, la educación es la base para generar disrupción y cambio. En este sentido, las nuevas generaciones han sido educados bajo valores sostenibles y son más proactivos en invertir en empresas con fines sociales y medioambientales, lo tienen más en su ADN. La demanda económica va a ir hacia lo que quieran los jóvenes, el cambio está en nuestras manos. 

Me gustaría acabar con una reflexión de Mazzucato en la cual defiende que aprovechemos la actual crisis sanitaria para estimular un crecimiento económico mejor que beneficie a todos. Expone que “el mundo tiene la oportunidad de intentar una meta aún más ambiciosa: la creación de una mejor economía. Una economía más inclusiva y sostenible. De esta manera, se pondría una vacuna COVID-19 a disposición de todos” (Mazzucato, 2021). Acorde con todo ello, ¿crees que se está progresando adecuadamente hacia un capitalismo más social/humanista?

Bibliografía

CENEAM, 2017. [En línea] 
Available at: https://www.miteco.gob.es/es/ceneam/carpeta-informativa-del-ceneam/novedades/cambio-climatico-preocupacion-medioambiental.aspx

Diarioresponsable, 2018. [En línea] 
Available at: https://aclima.eus/el-medio-ambiente-es-el-primer-criterio-valorado-por-los-inversores-particulares/

elEconomista, 2021. [En línea] 
Available at: https://www.eleconomista.es/empresas-finanzas/noticias/11098346/03/21/Jeff-Bezos-quiere-gastar-10000-millones-de-dolares-en-menos-de-una-decada-en-su-batalla-contra-el-cambio-climatico.html

Mazzucato, M., 2021. [En línea].

OCU, 2019. [En línea] 
Available at: https://www.ocu.org/organizacion/prensa/notas-de-prensa/2019/informeconsumosostenible070219

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